lunes, 2 de agosto de 2010

La Casa de Campo

POV Gabe

—Abuelo, a donde nos dirigimos? —dije bajito. En realidad quería hablar con Balthamos , pero no podía hablar con un ratón en medio de toda esta gente

«Lejos, lejos de aquí, Gabe» Escuche la voz de Balthamos en mi cabeza. El podía hablarme a través de mi mente, de modo que solo yo lo escuchara

Suspire. Habíamos tenido que dejar a mis amigos en Reed River, pues ahora esa ciudad no era segura para nosotros. Mientras caminábamos, el ángel iba borrando mentalmente nuestro rastro. Los ángeles eran más difíciles que rastrear que los demonios, así que no nos encontrarían

Mi abuelo tenía una hermosa casa de campo, a la cual había ido un par de veces en mi infancia. Pero esta casa estaba lejos, teníamos que viajar mucho. Afortunadamente la casa estaba a unos diez minutos de un pequeño pueblo, donde había una escuela, así que no estaríamos completamente apartados de la civilización

Metí la mano en mi bolsillo, y acaricie al pequeño ratoncillo, que me lamio el dedo en un gesto de cariño. Mis emociones también lo alteraban a él, aunque el sabía manejarlos. Me sentí mal por eso, por tener que fastidiarlo con mis emociones humanas

«No te preocupes por eso. En realidad me permite conocerte mejor, dado que no podemos hablar» Suspire otra vez. También el recuerdo de Sheba me atormentaba a veces. Otra cosa más que añadir al aturdimiento que sin querer le generaba a Balthamos

Me mordió el dedo levemente, ante la idea de que yo le provocara sufrimiento. Luego se atuso los bigotes y se dispuso a dormir. Me repantingue en el asiento del autobús y me dormí también.


—Gabe despierta, ya llegamos—escuche la voz de mi abuelo, que me sacudía por los hombros

Abrí los ojos lentamente. El pequeño ratón me lamio la mano para infundirme confianza. Le devolví el gesto acariciándole la cabeza. Tome mi bolso y salimos del autobús. El aburrimiento me estaba matando. Después del autobús tuvimos que montarnos en otro que nos llevara hasta el pueblo que estaba cerca de la casa

—Tranquilo Gabe. Son solo quince minutos hasta el pueblo— me aseguro mi abuelo

Me puse a ver el paisaje desde la ventana. Verdes campiñas discurrían lentamente ante mis ojos, y flores de mil colores la adornaban. A lo lejos se veían unas verdes colinas tapizadas con un perenne bosque, y más lejos aun, unas imponentes montanas, con un penacho de nieve en la punta. Pensé que si este era el escenario de todos los días, me quedaría con gusto aquí

Sumido en mis pensamientos, no me di cuenta cuando el autobús se detuvo en medio de un pintoresco pueblo, con hermosas azucenas rodeando la fuente de la plaza donde nos habíamos bajado

Me quede mudo, observando todo. Las casitas eran hermosas, pintadas todas con brillantes colores, y las flores asomaban de cada uno de los balcones, y en las entradas de las casas. Me parecía haber vuelto en el tiempo, mientras mi niñez pasaba rápidamente frente a mis ojos

—Ya veo que te ha gustado el pueblo—dijo mi abuelo con una sonrisa—Pasaremos por el restaurant a comer algo, antes de ir a la casa

Yo lo seguí sin chistar, recordaba todo fugazmente. Aprovechando que todos estaban en sus casas, Balthamos había decidido acompañarnos en nuestra caminata. En el día, era más difícil verlo

—Puedo volverme visible, pero es peligroso. No puedo dejar que nadie me reconozca—me dijo—lo hare cuando estemos en la casa

—También puedes tomar la forma animal que quieras? —pregunte. Habían cosas que quería preguntarle hace tiempo, y no había podido, pues estábamos en el autobús

—Si, excepto la de algunos animales que están ligados al demonio. Cuervos y gatos negros, por ejemplo

Naturalmente no lo sabía. Aunque debía haberlo supuesto. Llegamos al restaurant, y Balthamos tomo la forma de un petirrojo que se poso en la rama de un árbol cercano y nos espero ahí

Comimos en silencio. Mi abuelo estaba sumido en sus pensamientos, al igual que yo, por lo que el silencio no resulto desagradable. Al terminar de almorzar, salimos y una avecilla se lanzo en picada hasta mi hombro, donde empezó a entonar una cancioncilla, feliz

Compramos una bicicleta para mí en la tienda del pueblo y mi abuelo alquilo un burro, que devolvería al día siguiente. Emprendimos el paseo hasta la casa por la hermosa campiña que había visto desde el autobús, recogiendo flores de vez en cuando

Una hermosa casita de un brillante naranja se divisaba a lo lejos. Las flores adornaban cada rincón de la casa por afuera, y se asomaban por el balcón de una habitación superior. Habían más ventanas, y en cada una de ellas, había una pequeña maceta con flores. En la entrada a la casa, había dos pinos que nos daban la bienvenida

—Ves ese balcón de ahí? Es el balcón de tu habitación, Gabe—me dijo el abuelo. Era genial, precisamente lo que había querido

Atravesamos la corta distancia que quedaba hasta la entrada, dirigiéndome a mi nueva vida

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Uff me tarde bastante en este,

espero que les guste ^^

Que pasara despues?

Averiguenlo en el proximo cap :D

Por cierto...

me voy a un camp de tenis,

quiza no publique tan seguido D:

Comenten pleasee !! :D

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